Oct 30, 2004

Ciudad nueva

A veces pienso en el día en que nos volvamos a encontrar. En cómo después de todas estas palabras, ya no voy a correr a besarte los labios. En cómo ya no habrá taquicardias ni dedos apresurados, ni botones fáciles que ceden a la menor provocación. Nada en mí será conocido ya para ti, y todo lo mío en ti será ajeno. Desde que te fuiste me he convertido en otra ciudad. Más grande, más pesarosa, más complicada. Si llegaras a visitar mi ciudad otra vez, te extraviarías puesto que las calles han cambiado de sentido. Encontrarías edificaciones nuevas en los lugares que te eran comunes. Te desconcertarían los nuevos señalamientos. Como si nunca hubieras venido aquí. Puertas cerradas, muros infranqueables, verjas que impiden tu entrada a los sitios que más te gustaban. Un nuevo gobierno se ha instalado en esta ciudad. Totalitario y ordenado. Hemos pintado todas las fachadas otra vez, hemos removido los escombros. Se ha prohibido escribir ciertos nombres, se derribaron los monumentos. ¿Dónde han quedado los ojos, el pescuezo, las rodillas? Fuera de tu alcance, amor mío, muy lejos de donde tú estás.

¿Qué sentirás al encontrar en mi mirada algo que no te pertenezca?

Que ya no haya nada que nos hable de eso que se fue.

Oct 29, 2004

*

Anoche no dormí contigo. Un poco de tristeza, levantarme sin el recuerdo fresco, sin tener que tantear a mi lado entre las sábanas, sin estrellas enredadas en el pelo.


Hoy volvió a ser vida la vida y no estás en ella.

Oct 28, 2004

Bidimensional

Poco a poco vas perdiendo cuerpo. Poco a poco te vas diluyendo. Justo cuando ya no estoy contigo he encontrado la manera de adelgazarte. Lo que tanto deseabas lo estoy consiguiendo yo. Te vas haciendo delgadito, pequeño, plano. Bidimensional. Pienso en tu cuerpo y ya no se tensa la columna vertebral. Ya no hay coros de pelos cantarines cuando pienso en amanecer contigo (quéhermosoesamanecerjuntoatí,levantarmedetí), en los anocheceres compartidos, los cuerpos, las palabras, los disfraces de ciudad tirados en el suelo. No lo he olvidado, pero ya no está fresco. ¿Cómo explicarlo? Tal vez así: Como las acuarelas una vez que se han terminado de secar. La imagen sigue ahí, nítida, pero ya no me mancha los dedos. Tus dedos siguen estando ahí y lo que hicieron conmigo sigue existiendo, pero ya sólo en el papel. La memoria ha terminado por escaldarse. Ahora ya nada me sabe, nada me mueve, nada me conmueve. Te has vuelto de papel, de pantalla. Plano. Te puedo doblar en cuatro cachitos, guardarte en un cajón. Hacer contigo un avioncito, tirarte por la ventana, hacerte pasar por la trituradora. Puedo llevarte a una reunión, repetido cuatro cinco veces y enseñarte y que todos opinen y digan de tí (pero de mí porque eres mío) como si no estuvieras ahí sobre las líneas. Puedo apagar el monitor y ya no estás.

Vuelvo a ser dueña de tí y ahora sólo haces lo que yo escribo.
Ahora no te vas a ir hasta que yo lo decida.

Oct 26, 2004

Fácil

En un cuadernito de Anne Taintor (She liked imaginary men best of all), sobre una hoja en cuya esquina inferior derecha se lee: "and then she realized, they were all alike"), con la letra de Lautriz, circa verano 2004.


Qué fácil empezar otra vez y prometer otras cosas, o las mismas pero a otra.

Qué fácil que alguien te ame y te conozca tanto que puedas dejarla adivinar que no la amas, que no la habías visto nunca antes.

Qué fácil cerrar los ojos, o mirar a otro lado y no leer estas palabras.

Qué fácil agarrar una vida y meterla en una maleta y largarse a otra ciudad que no sea yo.

Qué fácil que sea mejor alquien más quien me lo haya dicho, que tú sólo hables para balbucear al teléfono y yo te lo haga todo fácil cubriéndome de invisibilidad digna.

Qué fácil tomar otro cuerpo, uno nuevo y pequeñito. Uno que no conoce los límites del poderío de tu cuerpo.



Y sí. Qué fácil. Eres bueno con lo fácil, te gusta lo fácil, todo se te da fácilmente. Y ya ves yo.



Nosotros

Un día todo esto va a ser sólo un montón de palabras olvidadas. Nadie vendrá por acá. A nadie le causará una lágrima ni un temblor ni calor ni frío ni rabia ni memoria ni olvido esto que está escrito aquí.

Muy pronto-porque el tiempo, como el amor y la distancia, es algo muy relativo- todo esto no va a servirle de nada a nadie.

Cuando me haya librado de la compañía de tu ausencia, cuando yo también me haya ido.

Cuando el despojo y la rabia y el deseo no tengan nido en nuestros cuerpos muertos y vacíos.

Cuando tú dejes de existir y yo también.
Cuando yo me muera y tú también.

(¿Te das cuenta que no puedo escribir cuando tú y yo dejemos de existir, o cuando nos hayamos muerto? Yo también me doy cuenta. La segunda persona del plural, desterrada y aborrecida. Abortada. Imposibilitada)

Oct 24, 2004

A mis espaldas

Es de noche en este pequeño espacio que recién habitamos tú y yo y está haciendo frío. No sé para qué te escribo si ahora puedo decirte tantas cosas, si ahora te tengo entre mis brazos. Te escribo porque te quedaste dormida hace unos minutos y yo me puse a susurrar en tu oído - me gustan tus orejas, ¿te lo he dicho ya? sí, te lo dije en el aeropuerto, y también me gusta tu pescuezo- esto que ahora quiero escribir para que no se me olvide. Dudé mucho en este momento, dudé que fuéramos por fin a encontrarnos, que yo sería capaz de traerte aquí a este pedazo de vida que me he construido en el exilio. Salí huyendo a refugiarme en este edficio detrás de esta pantalla, de este lado de la ventana que mira a un lago monumental y que empieza a congelarse. Después encontré una razón para querer volver. Te encontré hecha las palabras que yo necesitaba y quise volver y supe que sería difícil. Me acobardé muchas veces, pero aquí estás. Me encuentro por eso insomne frente al teclado, porque me acabo de dar cuenta. Yo tan tranquilo que estaba aprendiendo a ser uno y saliste tú quién sabe de dónde y me pusiste así, me obligaste a ser contigo. ¿Cómo le haces para que tu cuerpo te haga caso? El mío me está dando mucha lata justo ahora. No me deja en paz, quiere ponerte atención. Él no entiende que tú te has quedado dormida. Hace un momento, mientras platicábamos en la oscuridad, mientras tú te acomodabas en el hueco de mi brazo, mi cuerpo empezó a ponerte atención. Tu mano derecha se apoyó sobre mi muslo izquierdo y empezó a moverse con la cadencia de mi voz que te explicaba una cosa absurda que me preguntaste, de esas que te gusta saber nadamás por el puro gusto de saber otra cosa inútil. Empecé a dibujar figuras en el silencio que imitaban las formas que trazabas sobre mi piel desnuda. Entonces mi cuerpo, este mismo que ahora he cubierto con una bata azul que huele a ti, empezó a ponerle atención a tu mano que abandonaba el muslo y se paseaba con libertad y desenfado por otros rincones. Ahora mismo, mi cuerpo lechoso se rebela y les manda a los dedos que dejen de teclear y que vayamos todos a tu encuentro. Pero estás dormida. De pronto empezaste a respirar más fuerte. Te llamé dos veces y no me contestaste. Levanté el codo derecho para confirmar tu rostro dormido. Cómo eres, cabrona del mal. Vienes y revoloteas todo y luego te quedas dormida. Pero no es de reclamos de lo que he venido a hablarte. Esos los dejaré para mañana, cuando te despierte con un café azucarado y un pedazo de pan con mermelada y queso y te diga que me dejaste con las ganas. Entonces vas a mirarme con los ojos pequeños de sueño y vas a reírte sin abrir la boca y vas a tallarte muchas veces la cara porque todavía no crees que estás aquí. Hoy lo que quiero que sepas es que me he dado cuenta de que no he hecho nada para que estés aquí. Has venido tú sola, has acudido al llamado de mi soledad pensando que aquí podríamos combatirla. No se va a poder y no sé cómo decírtelo. Es esta tristeza crónica que se asoma cuando no debe y me informa que no eres tú. No vas a ser tú queridísima Laura y ya no sé qué hacer contigo. Mi cuerpo no se calla, él sí sabe lo que quiere hacer contigo y con tu cuerpo y posiblemente lo hagamos.

Pobrecita, soy un canalla.

ELD

No puede vivirse siempre reflejando la realidad. Resultaría chocante. Resultaría inverosímil. Agarrar y transcribir eso que sucedió el viernes. La confusión surgida con los nombres. Una otra mujer que resultó llamarse como si tú y yo hubiéramos tenido una hija a la que bautizáramos con mi primer nombre y el nombre de tu hermana menor y tu apellido. O como si a tu hermana la pequeña le hubieran puesto mi nombre antes del suyo. Una cosa muy desagradable tomar la lista y verificarlo dos tres veces. Era verdad. Pero no me atrevería a escribirlo. Porque sería demasiado. POrque nadamás a mí me suceden esas cosas.

EL

Oct 23, 2004

Resistencia al dolor

No es que no me duela. Eso sería una mentira. Es nadamás que ya no me importa. El dolor ha dejado de ocupar la escena. Existe, está ahí, pero lo he sentado en un rincón. Entiendo que no se va a quitar. No es un gripa, claro. Pero he optado por empezar a ignorarlo. He optado por cederle un cachito de mi vida, para poder vivir el resto. Entonces me acompaña, discreto, colgado de una oreja. A veces ni se nota casi. Como mi cicatriz en la ceja. Tan vistosa al principio, cuando todavía el hilo morado y luego la piel sin vello. Después me cambié de lado el apartado y se escondía bajo el fleco adolescente. Un día me dejó de importar. Y entonces todos la ignoraron. Nadie volvió a hablar nunca de ella. Hasta que yo lo decido de repente, como quien se acuerda de algo que le sucedió a alguien más y hablo de ella, la cicatriz. Así ha empezado a sucederme. Sigues ahí, con el dolor. Los recuerdos todavía perduran, ¿te das cuenta? (Te das cuenta. No ha pasado un día sin que yo escriba sobre esto.) Pero lo hacen boca abajo. Como los portarretratos que se voltean para no mirarlos. No se han marchado, no se han alterado las fotografías. Nadamás no se las mira. Igual yo. Tu cuerpo sigue ahí, sigues diciéndole palabras a ella, escuchando tu música, subiéndote al metro, escribiendo cosas. Pero yo ya no lo imagino con el deseo de acercarme a la realidad. Ahora imagino lo que se me da la gana y ya. Me tomo una aspirina y el dolor se hace a un lado. No se cura, pero se aleja. Igual tú. Ya lo sé que así no voy a curarme de tí, pero necesito seguir viviendo. Y si la dolencia no se va a marchar, no importa, pero que no me estorbe. Entonces escribo, y se llena todo de analgesia.

Oct 21, 2004

Gastado

Poco a poco.

Como la última lajita de jabón en la regadera.
Como el hielo bajo el sol de octubre.
Como un dulce en la boca.
Como la tinta del bólígrafo que corre y corre.
Como las lágrimas del que por fin se ha quedado dormido.
Como las hojas de un cuadernito gastado de pastas maltratadas.

Todo termina por acabarse.
Todo se gasta.

Oct 20, 2004

...

Has empezado a tener miedo, ¿te das cuenta?

Oct 19, 2004

Hombre hecho palabra

Poco a poco comienzas a borrarte en toda la extensión de tu persona y comienzas a tomar palabridad propia. Cada vez más eres un montón de líneas que de vez en cuando logran arrancarme una lágrima, un vacío horrible en el estómago, esa sensación de que vuelvo a caer. Estoy poco a poco despojándote de tu humanidad concreta para poder escribirte de veras. Para que seas creíble en el papel y ya no necesite tenerte aquí por un lado. Para que te conviertas en Julieta o en seniorita o en un verdadero Artemio o en gárgola chicaguense o lo que se me pegue la gana. Ah, porque aquí, entre mis líneas, no eres sino lo que yo digo que eres. Y no te puedes defender. Así quedarás hecho para siempre irresponsable, dotor inacabado, hombre que nunca supo lo que quería. Yo no. Yo puedo ser quien yo quiera, al menos en estas líneas. Porque soy yo quien te crea. Soy yo quien decide que vas a convertirte en palabra mía y nadamás. Y ya ni siquiera es un asunto de tu palabra contra la mía porque, ¿te fijaste? tus textos han dejado de ser pretextos. Tus palabras ya no son las que generan las mías. Ni siquiera mi imaginada lectura me motiva. Porque hace mucho entiendo que no eres mi lector ni mi interlocutor. Eres nadamás un personaje más. Algo que me acerca a eso que yo quiero ser y nadamás. Cuando un día quieras decir "Ese soy yo" al adivinarte entre mis líneas, no lo lograrás sin pasar un ridículo horrible, una zozobra tremenda. Porque dudarás. No vas a distinguir si he capturado tu esencia de una manera asombrosa, si mi memoria es portentosa y alcanza a recordar cada detalle con un realismo impresionante o si más bien, has empezado a imitar a éste a quien doy vida cuando escribo.

Mutilado

Qué triste es una mirada a la pared.
Qué sin chiste es una palabra al viento.
Qué triste es un cuerpo sin otro cuerpo.

Oct 8, 2004

silencios

Al principio uno evade mucho los silencios, para demostrar que uno es a través de toda esa palabridad. Al principio uno asume que un silencio es la negación de uno, de ese que queremos ser frente ak otro. Después uno también procura no quedarse callado, pero las razones son contrarias. Necesitamos impedir que el silencio hable de lo que estamos escondiendo. Entonces hablamos más del clima y de las oficinas y de la ciudad para que se calle la boca el silencio y no nos delate.

Sólo cuando se es de verdad un nosotros se disfrutan los silencios. Sólo entonces se les permite pasar y acomodarse entre dos cuerpos cuyos dueños no necesitan decirse nada. Las palabras descansan dentro de los armarios, se duermen bajo la mesita de noche. Y el silencio flota por todas partes sin que nadie se esfuerce en acallarlo con palabras. Por supuesto, cuando ambos se han dado por vencido se vale el silencio. Cuando el silencio sirve para representar la nada en que el nosotros se convirtió.

Oct 7, 2004

Lautriz lo ha decidido: El temblor puede quedarse en el cuerpo.
Ya no hará nada contra él. El temblor puede quedarse con el cuerpo, siempre y cuando deje de asomarse en las palabras. Lautriz se pone contenta ante su descubrimiento y escribe entonces encima de un sobre blanco con lápiz mientras conduce sobre el pavimiento mojado (es difícil escribir por la noche con el pavimiento mojado, pero de otra forma las palabras se escaparían):

"Quédate con el cuerpo, con las manos que se mueven sin control intermitentemente. El cuerpo es todo tuyo. Ya no me ocuparé de curarlo, de investigar qué le pasa, de llevarlo de un lugar a otro para ver si se le quita. No. No. No. Es tuyo, pero deja en paz a las palabras!! He dejado de luchar contra tí, temblor (¿será que tu verdadero nombre es dolor?), porque ya delimité tu zona franca. Nadamás ahí. Quédate con el cuerpo, al fin que ése no soy yo. Yo no estoy ahí pero en mis palabras, que de ahora en adelante ya no temblarán".


Oct 5, 2004

Lautriz

A-ve-ces, lau-triz de-cide que vamejorcambiareltema.

A ve-ces, se dictaasìmisma pa-la-bra-s que yanuablendelomismolomismolomismo.

A ve-ces, pa-saundíaentero y casi, ca-sicasi lo-lo, lo-lo, lo-lo lologra.

Oct 4, 2004

Ya no

Y ya no me sabe a tu lengua la boca.
Ya no me huele a tu pierna la cara.
Ya no se notan, violetas, tus ganas en mi piel.

Oct 3, 2004

Sonatas

"A mí me pareció que yo podía protegerte. No digas nada. En seguida me di cuenta de que no me necesitabas. Hacíamos el amor como dos músicos que se juntan para tocar sonatas (...) Era así, el piano iba por su lado y el violín por y el suyo y de eso salía la sonata, pero ya ves, en el fondo no nos encontrábamos. Me di cuenta en seguida, Horacio, pero las sonatas eran tan hermosas..."

-Lucía a Horacio, Capítulo 20.

(A veces hay quienes dicen mejor las cosas)