Aug 27, 2005

diario

Hoy Lautriz leyó por primera vez el diario de Laura Olmedo. Tal vez no haya sido correcto hacerlo. La página correspondía al cinco de Marzo del 2003 y decía lo siguiente:

“Hoy fue sin cuidado, por la mañana. Anoche, después de cenar, nos acabamos dos botellas de vino. Ignoró las llamadas del hospital excepto una. Nos miramos a los ojos todo el tiempo, desde el principio hasta el fin. Fue hermoso y tuve miedo. Qué difícil la vida del sobresalto ajeno, de la intromisión nocturna del dolor de otras personas. ¿Será esto un sneak preview de lo que nos espera? Qué tontería tener miedo, pero no lo hemos hablado nunca, no sé si esto es lo que queremos. Siento mucha emoción, ni siquiera puedo alcanzar a imaginar la posibilidad. Empezar algo, empezar a pensar en alguien que sea como nosotros, pero mejor.”

Lautriz no sabe si sea conveniente seguir leyendo. Lautriz desearía nunca haberse asomado a esas páginas ajenas que seguramente desde ahora la perseguirán mientras vaya en el metro, mientras se pruebe una falda, prepare un café. Laura Olmedo y eso que fue hermoso y le causó miedo.

Aug 23, 2005

Quise robarme un cachito de tu siesta esta tarde. Me tendí junto a tu cuerpo que dormía boca abajo y acaricié con los ojos la promesa de los lunares que vas a tener cuando seas un hombre viejo. Me pregunto si voy a mirar las constelaciones rojas de cerca cuando tengas sesenta años y te cuide la siesta como esta tarde. Después me dí cuenta. Tú no lo sabes, estabas dormido, pero has empezado a ser mi tú. Cuando uso la segunda persona del singular, al menos esta tarde mientras un par de rayos de sol se acomodaban (ellos sí) sobre tu espalda desnuda, ya no me refiero a ese hombre. Es bueno que ese hombre sea ahora un él como tantos otros. Ignoro si tú irás a seguir siendo mi tú, pero hoy por lo menos, hoy que te miré la espalda dormida y suspiré un par de besos sobre tus lunares modorros.

Aug 22, 2005

ayuda

Apúrese le dijiste al taxista y entonces te diste cuenta de que las palabras no habían salido de tu boca sino del abismo. Un agujero que profería sonidos que no correspondían a tu voz. Please, intentaste y de nuevo el ruido del abismo. Te miraste las manos que ahora eran ajenas. No te obedecían. ¿Sería esto morir? Tres cuadras te tomó encontrar un billete en tu bolsa. No te importó el vuelto y te bajaste del auto amarillo mientras el mundo giraba y giraba y se caía. Un ruido como del fin del mundo. El día que de verdad se acabe el mundo, porque ahora sabes querida mía que el mundo no se terminó ese domingo por la tarde, así se va a oír. Nadie se dio cuenta de que habías llegado al borde la muerte. Los dientes, los dientes. En la ventanilla volviste a abrir el abismo para pedir ayuda y junto a las palabras ajenas (please, please, help me, I'm having an emergency) te brotaron un millón de pedazitos. No sabes qué es, qué pasa. El hombre aburrido te mira, mira la forma, te pide que produzcas documentos, información, no entiende. Son los dientes. Los dientes que te han estallado en mil pedazos. Alguna vez comiste un camarón con todo y cáscara. Así se sentía, peor esta vez no hay sabor a ajo ni a mantequilla. Eras pequeña y mordiste un camarón con cáscara. Un sabor a óxido en la boca. Y las manos, no se dan cuenta de que estas no son tus manos? Please, please help me. Respirahondorespirahondorespirahondo y no se puede. No te cabe más que un cachito de aire en el pecho, después el pecho lo rechaza y lo expulsa y tienes que tomar otro cachito. Alguien. Ayuda.

Aug 16, 2005

puerta

Lucía todavía no lo entiende, pero un día lo hará. Lucía está sentada, esperando, acariciando las palabras dulces del rencuentro, del recuerdo del rencuentro. Eso no es el amor Lucía. Aguardar junto a la puerta, eso es una cobardía mayor. Hay que abrir la puerta, salir al encuentro. El reencuentro no existe cuando se llama amor. El amor no se escribe en pretérito. El amor se escribe en la posibilidad, cayendo al vacío. Lucía tiene que abrir la puerta, pero todavía no lo entiende.

Aug 13, 2005

nombres

En toda la noche -pasamos la noche entre cervezas y luces sospechosas- no nos dijos los nombres.

Aviso

Lo supe sin previo aviso. Estoy esperando a que venga a decirme que se ha conseguido otra mujer. Eso me quedó. Justo cuando empiezo a sentirme querida, justo cuando empiezo a querer. Dejar de verlo un segundo, parpadear tantito y el hueco. Un giro que me deja suspendida en la incertidumbre. La espera. La maldita y terrible espera. Que entre un beso y otro me anuncie que tiene a otra. A la que sí va a querer. No sé si puedo vivir así.

Aug 9, 2005

compartir

Hoy leí un montón de cosas que me gustaría compartirte. No, no de los libros esos que se ponen en el librero compartido (tanta palabra prestada) y se discuten rico entre un beso, un cigarro (un cigarro mío) y un café (el tuyo sin azúcar). Leí cosas para compartirte de otra manera. Como si fuéramos un par de personas que. Me acuerdo de otro hombre. Un hombre que un día, antes de largarse a vivir su sueño sin mí, tuvo la decencia de despedirse. Fue y me miró a los ojos y me dijo que independientemente de todo lo demás (todo lo demás en esa época eran tal vez unos besos y unas cervezas y unas tardes acostados leyendo periódicos izquierdosos), le gustaba pensar que podíamos ser interlocutores en el futuro. Alguien con quien trabajar, discutir, rebotar ideas, me dijo. Después, pienso en otro hombre (tampoco eres tú). Uno con el que hice las paces antes de que se volviera un país de niebla y bruma. Descubrimos que podemos reírnos juntos después de todo esto, jugar una partida de backgamon, hablar sin arrepentimiento de los hijos que no vamos a tener juntos. Después pienso en ti. en esta mañana que me la pasé leyendo artículos que quería compartirte. Ideas que me gustaría saber si tienes. Eso no existe. Te fuiste así nomás. No sé si vamos a poder ser esas personas.