Oct 31, 2009

dial

El punto no era hacerte hablar de lo que había pasado en las horas anteriores. Ni que repitieras para mí los procedimientos, el caso, la angustia, las implicaciones. Acababa de despertar y estaba pensando en cómo estarías. A decir verdad, estaba todavía en la cama deseando que fuera en la tuya y el café preparándose y esperar a que entraras por la puerta. Me preguntaba cómo sería acariciarte la cabeza luego de una noche así de larga y besarte un poco y esperar a que salgas de la ducha mientras sirvo un café. Una taza solamente, vas a meterte en la cama unas horas. Deshacerte de una noche más. Y de pronto estuve ahí. Todavía escurriendo, mirándote un poco al espejo, la molesta luz del baño. Enfundado en azul, abrazarte desde atrás. Recargar la cabeza en tu pulmón derecho. Respirarte hondo. Después estoy de rodillas, diciéndote de otra forma lo que no atiné a decir hace un rato por teléfono.

Oct 24, 2009

Engañarte a intervalos.

Poquito. Intentarlo. Convencerme.

No estás. No quieres.

Me amas pero no a los ojos. Nunca a los ojos.

Engañarte.

El cuerpo no lo permite. Se rehusa. Se queja. Se raja.

Oct 18, 2009

ocasional

A veces pienso que soy una fantasía que te gusta entretener de vez en cuando.

Oct 14, 2009

Me acuerdo

...hace muchos. Hacia frio pero no soledad.

No soledad.

Oct 10, 2009

Textraño

Oct 8, 2009

quantitativo

¿Cuánto dura el recuerdo de un buen -----?

Oct 3, 2009

capítulo uno

Tal vez sea bueno otro principio. Lo pensé mientras te escuchaba a oscuras en la terraza. Saboreando el whisky despacito, la lengua paseándose por los labios que hacía unas horas se ocupaban sólo de ti. Tal vez podríamos inventarnos otra respuesta cuando alguien pregunta cómo nos conocimos. Aunque, te soy franca, me gustó escucharte contarlo. Mi parte favorita tal vez haya sido esa donde caminas por Nueva York y me buscas. Dos personas solas que caminan por Nueva York pensando la una en la otra y no se encuentran. Yo, confundiendo desconocidos en el bus al aeropuerto. Tú, levantando un libro en Broadway entre Waverly y la ocho.

Aunque también, más tarde, cuando volvimos a tumbarnos de panza en la alfombra y acariciamos un libro. ¿Qué te parece esa escena? Tú y yo, muchos años después, tumbados en la alfombra acariciando las páginas de un libro que compraste en Nueva York. Como si acabáramos de conocernos. Se me ocurre, qué tal, por correspondencia. Nos escribíamos largas cartas de amor en códigos secretos. O telegramas crípticos. Un día, tal vez, una novela.