Apr 30, 2005

M60

Abril 7, 2005
En el M60 hacia Harlem

Todavía no puedo creer cuánto se parecía a ti. A como vas a ser tú cuando estés gordo y cansado. Me subí al M60 en Harlem hace una hora, cansada de escuchar la perorata de Julio. Julio que quería ser piloto pero sólo pudo ser policía. Julio que también estaba esperando el M60 con un sobre sospechoso en la mano y que me contó que él creció aquí cerca. Yo nunca había estado en Harlem, pero ponía cara de que sí mientras Julio intentaba que conversáramos. Julio de madre cubana y padre purtorriqueño. The blood in me is hot, dijo. Que llegó a los veinte años a Nueva York y antes vivió aquí. Luego no, porque era inseguro y peligroso. Hasta que Clinton se vino a poner su oficina a esta área, ahora nadie tiene miedo de venir a Harlem. Tú qué haces en Harlem, ¿por qué vas al rumbo del aeropuerto? Mentí y dije que iba a recoger a mi padre. Él iba a un asunto de negocios, pronto se va a retirar. Desde dónde vuela tu padre. Texas. Julio que me quería impresionar dicipendome que en Texas habría estos días una fiesta de músicos en honor de una gran mujer. Selena. Tan hermosa Selena y la mataron. That woman, I wonder if she still in jail. She was in love with her, and she killed her. Shot her. Women loving women, thats not good. Así no son las cosas, ¿sabes? Sabes que yo haría si me gustaran los hombres. Entonces me mira desafiante desde su chaqueta de mezclilla y su pelo entrecano. Yo me doy un tilo, you know, I do it. Women are my life, oh sí. Girls, y se me acerca mientras maldigo al M60 que no llega y luego lo vuelvo a maldecir cuando recuerdo que vamos a subirnos ambos en el mismo cuando llegue. I like girls very much. Tengo miedo cuando me subo al M60 que llegó me parece reptando hasta la parada. Una vez arriba siento más miedo. Pero este es diferente. Tengo miedo de verte ahí, con una argolla en la mano izquierda. Tienes papada. Julio me dice algo sobre el bus que viene lleno pero no puedo ponerle atención, una mano en la barra metálica, la mirada en tu futuro triste. Tienes papada. No puedes ser tú. Entonces miro tus brazos y el vello está ahí, idéntico. Los lunares en los lugares precisos. Eras igualito a tí cuando estés cansado. Cuando tengas una maleta y estés despeinado en un bus que va al aeropuerto. Después la ví a ella, un asiento más adelante que tú. Cuando alguien se bajó sólo ella había encontrado asiento y dos paradas más adelante se había desocupado el lugar detrás suyo, donde ahora te miro sin creerlo. Parecía que viajabas solo, por la forma de estar que tenías. Ibas con ella pero estabas solo. Ella era infeliz. No estaba cansada, infeliz. Pude adivinar lo que alguna vez te gustó de ella, todavía hablaba su rostro de una belleza antepasada. La nariz tosca, el cuerpo todavía pequeñito, la mirada indiferente. Tal vez la mirada sí hubiera cambiado. No lo sé. You don't stare at people in public transportation, me susurra Julio al oído y me estremezco. Cómo explicarle que eres tú con una camiseta polo de manga corta, algunos años más tarde. Cómo decirle que el reloj en tu muñeca y el gesto ese cansado de girar la cabeza para que te truene el cuello siguen ahí. Miro a Julio ahora con complicidad anticipando el aeropuerto y mis labios dibujan palabras que tú ni nadie en el autobús escucharon: That man used to be mine.