Feb 4, 2005

paraguas

Anoche te soñé. Necesitaba el paraguas de regreso. Estaba lloviendo. Te llamé por teléfono sin saber en qué ciudad estabas. dijiste que tú y Mía acababan de regresar del cine. Dijiste Mía. Eso me desconcertó porque el registro que tengo de ella es otro, pero al fin y al cabo, yo no voy a saber más que tú sobre eso. Habían ido a ver dos series de cortos al cine. No me importó. Que fueran o que me lo contaran. Brevemente aparecieron sobre mi frente los dos, abrazados saliendo de la sala de cine. Tengo que devolver el paraguas a su dueña, te dije sacudiendo la visión, es urgente porque está lloviendo. Convenimos en encontrarnos en un estacaionamiento que está una calle más al norte que la casa de tus padres. No sé cómo llegué allá si yo estoy en este país y tú estás todavía más al norte que yo, pero nos encontramos en el lugar indicado, bajo la lluvia. Conducías un auto negro. Yo no, yo iba a pie. Así que nos volvimos a ver. Sacaste de la cajuela un horrible paraguas amarillo con blanco. No sé por qué lo quería de regreso, pero lo tomé. Los cabellos mojados, la ropa brillante de lluvia cubría los cuerpos encogidos sobre sí mismos. Entonces te despediste con la mano y volviste a montarte en tu auto negro que nunca había visto. Abrí el paraguas. Estaba roto. Caminé con él sobre la calle durante un buen rato antes de despertar y darme cuenta de que esta no es la historia que voy a contar. Así no. Esta no.