Oct 3, 2009

capítulo uno

Tal vez sea bueno otro principio. Lo pensé mientras te escuchaba a oscuras en la terraza. Saboreando el whisky despacito, la lengua paseándose por los labios que hacía unas horas se ocupaban sólo de ti. Tal vez podríamos inventarnos otra respuesta cuando alguien pregunta cómo nos conocimos. Aunque, te soy franca, me gustó escucharte contarlo. Mi parte favorita tal vez haya sido esa donde caminas por Nueva York y me buscas. Dos personas solas que caminan por Nueva York pensando la una en la otra y no se encuentran. Yo, confundiendo desconocidos en el bus al aeropuerto. Tú, levantando un libro en Broadway entre Waverly y la ocho.

Aunque también, más tarde, cuando volvimos a tumbarnos de panza en la alfombra y acariciamos un libro. ¿Qué te parece esa escena? Tú y yo, muchos años después, tumbados en la alfombra acariciando las páginas de un libro que compraste en Nueva York. Como si acabáramos de conocernos. Se me ocurre, qué tal, por correspondencia. Nos escribíamos largas cartas de amor en códigos secretos. O telegramas crípticos. Un día, tal vez, una novela.