Mar 21, 2006

sexenio

Febrero 6, 2006


Decidí terminar mi romance con el tabaco. Duró casi lo mismom que el sexenio. Cuánts cosas pasan en el periodo presidencial. Mientras México optaba alegremente por el gobierno del cambio yo me entregué a los excesos, a la vida pues. A fumar como chimenea. Sexy, soplándole el humo con indiferencia a las cosas serias. Me enfrasqué en romances tumultosos, adultos, uno tras otro. El cuerpo, el arma secreta de mi batalla. Sexo, alcohol, nicotina. Yo también cambié. Con todo y mi rechazo hacia Fox, hice mío el Hoy intransigente y repetitivo de su compaña. Hoy, hoy, hoy. Como si no hubiera mañana. Además, fuera de México al principio al final. Llegué al sur de Francia en julio del 2000 y voy a marcharme de Nueva York en el filito del verano del 2006. En medio, dizque la democracia, la consolidación, etcétera. Nada de eso ha sido importante para mí. En lugar de ello, fumar. Amodorrar la política, vivir al cien, uno a uno. Mirar desde afuera, incluso cuando estuve dentro. No estar. Foz fue como cualquiera de mis novios antes y después de su gobierno: intrascendente.