Apr 6, 2005

leerlo

Después de leerlo un rato me doy cuenta. Él no sabe que lo leo. Tú tampoco sabes que lo leo. No sabes qué leo ni a quién. Pero si lo leyeras estoy segura de que también te darías cuenta. Podría enamorarme de este hombre. Nadie más podría sospecharlo después de leerlo. Cursi, dirían. Equis, sentenciarían. Tú no. Tú conoces la dosis exacta que hay que poner de cada cosa en las palabras para que yo me enamore. Así que después de leerlo, voltearías a mirarme y me dirías, vas a enamorarte de este hombre. En un escenario diferente, por supuesto. En uno en el que yo pudiera todavía decirte, mira doctor, mira esto que mencontré. En un escenario en el que, como tenemos llamadas ilimitadas, me marcarías a las dos de la mañana para contarme que estuviste t leyéndolo toda la noche y tienes un diagnóstico. Tenga cuidado con tipos como ése, seniorita ele, en cualquier momento la dejan a usted hecha palabra. En esa otra historia paralela, en la que tú y yo nunca nos besamos ni nos herimos ni abortamos hijos hipotéticos, me mandarías un correo electrónico que dijera: Estás enamorada de este hombre, pero todavía no lo sabes. A veces me gustaría pedirte que lo leyeras. Para que me pidieras que mejor me devolviera a estar enamorada de tí. Que lo leyeras para que empezaras otra vez a escribirte para mí.