Feb 17, 2005

pijamas

En pijamas. Son las tres de la tarde casi. Hace mucho debí bañarme. Sigo en con los pantalones de cuadritos rojos. Sos un huevo, me dijiste alguna vez. Es posible que tengas razón. Tengo tantas ganas de escribirte, de llamar, de decirte. Tengo la esperanza de que una vez que lo haga todo termine de una vez. Para mí no ha terminado. Eso lo sabes bien, estoy segura. Sigo dándole vueltas. Sigo escribiendo y fingiendo y postergando. No puedo hacer nada como me gustaría porque me falta saldar esa cuenta contigo. Muchas veces me pregunto qué pasaría si un café o una reunión o una llamada. Todos los días. It’s sick, I know. Eso fue hace tanto tiempo! Qué hago todavía acá? No lo sé. No lo entiendo. No sé qué me hiciste, afuera de mi casa, lo recuerdo, era de noche. Anoche, por ejemplo, mientras hacía de cenar, pensaba en aquel restaurante tailandés del que ordenaríamos la cena cuando vivías en Chicago. El que tardaba lo suficiente para. Mientras salteaba los champiñones intenté reconocer en esta nueva geografía el resutarante que nos permitiría hacer lo mismo si estuvieras aquí. Después caí en la cuenta de que posiblemente tú ya tengas esos lugares allá. Los que tardan suficiente y te dejan alcanzar a mientras con ella. Con ella. Ella, ella ella. Ellaellaella. También pienso mucho en ella, lo sabes? Lo sabes, lo sabes todo estoy segura, porque has sido muy eficiente en borrarte, en desaparecer. Cuando uno no lo sabe uno sigue haciendo las mismas cosas. Pero poner tanto cuidado en borrarte de mí, de este hoy en pijamas, eso sólo indica que lo sabes. Que me sabes tecleando desesperada en este sillón azul, desperdiciando el sol que entra por la ventana. En fin. Tengo que bañarme. Me dio gusto intentar hablar contigo.