Nov 3, 2004

Muerto

No, no te deseo la muerte. Nadamás te la adivino. Te adivino la muerte, te la presagio. La veo sin susto ni encanto: está frente a mí (a tus espaldas) y sólo puedo acomodar a su alrededor unas palabras que te hablen de ella, porque tú no la has visto. Inminente y fría, tiene los dientes sucios. Te llama sin alzar la voz. Y tú, tristísima sombra de tí mismo, no te fijas. No ves la muerte a la que paso a paso te has acercado. Ahora es ella la que te ha reconocido, ahora que has venido a pararte frente a ella. Sus labios dibujan tu nombre. Alguna vez yo hice lo mismo. Estabas acostado sobre mi regazo y me di cuenta que necesitaba decirte que te amaba. Pero supe que tú no lo necesitabas, así que cerré los ojos y lo repetí para mí. No podía destruirte. Te amo, dije con esa voz que sólo existió en el deseo.

Ahora, tan cerca de la muerte, lo sabes.