Nov 15, 2004

Cansancio

Estoy cansada de tí. De mi necia obsesión contigo.

Lautriz se da cuenta de que este puede muy bien convertirse en un cuento de nunca acabar. Como terapia no importa, está bien. Pero Lautriz no lo quiere permitir. No aguanta a las voces. Las otras voces. Las que no se callan y siguen hablando de Julietas y de enfermos cancerosos con maletas en invierno, de cuarentonas y vagabundos, de tantas cosas que hay afuera, pero sobre todo, de las que viven adentro. Tantas palabras ignoradas, hechas a un lado. Confieso que no sé cómo. Que había acomodado mi escritura en torno a tí y que desacomodarla se me vuelve pesado. Pero quiero intentarlo. ¿Serás capaz de dejarme en paz? ¿De diluirte en un recuerdo lejano? ¿De tener en paz los dedos metafóricos y terminar de llevártelos con la tipa esa que te acompaña? Prometo recordarte sólo con amargura ocasional, cuando una película, un gesto en la oscuridad, un jazzista muerto. Prometo meter Rayuela hasta abajo del cajón, prestarlo a alguien que no me lo regrese, esconder tus ojos de café sin azúcar en la caja de la ropa de verano, junto a la bufanda que no me voy a volver a poner. ¿Cómo ves?