Lautriz, cansada de las palabras, se dispone a hacer números.
Setenta y dos días han pasado desde que lo supe con todas las letras.
Treinta y seis veces he venido a este lugar a jugar yo sola con las palabras que ya no te voy a entregar.
¿Cuántas más?, me pregunto cuando me desespera el horroroso tictactictactictac.
Como si estuviera esperando.
Como si no me diera cuenta de que del setenta y dos nadamás sigue el setenta y tres y el setescientos tres y el siete mil tres y así hasta siete infinitos (y tres).
No han pasado dos días sin que desee volver a ser madrugada de estrellas.
No se han terminado de marchar los moretones. Ha sido difícil.
Pobre tonta, esta autriz, que no sabe que los números no son lo suyo.