Sep 12, 2004

Alguien más

Un hombre y yo estamos en una galería. Miramos varios cuadros -una serie- de la silueta de una persona en verde. Hace frío afuera y nos hemos refugiado en este lugarcito de luces brillantes. Me siento rara, como si se me permitiera ser feliz. Él es un hombre nuevo. Mentira. Es un hombre diferente. Hablamos con el autor de la serie. Nos explica algo sobre el verde y las hojas y el financiamiento para su obra. Se marcha. Nos miramos. Me dice en secreto que vamos a ir a un lugar sorpresa. Me río mientras empiezo a intentar adivinar. Dice Mile Davis. De pronto vuelvo a ser la de antes. De pronto digo: Ya sé dónde. A tres calles de aquí. Me mira con una sorpresa que me incomoda. Se ríe de buena gana. No soy el primero, declara mientras me toma alegremente de la mano y me vuelve a llevar a la calle. Está oscuro. Hace frío. Llegamos guiados por mí, porque él en realidad no sabe dónde es. Esta vez el lugar está vacío. La música, la música, la música es muy triste. Tres mujeres en la barra le hacen señas. Se separa un momento de mi lado. Me asombra que conozca a alguien en esta ciudad. Apenas termino de pensar esto cuando voltea a hacerme una seña para que me acerque. Lo miro. Ya no es un hombre distinto. Se ha convertido en alguien más. No. No en alguien más. Alguien más es quien yo quiero que sea. Ha vuelto a ser tú. Quiero llorar. Quiero que no seas tú. Pero estamos ahí los dos, y está también la música y cervezas en botellas verdes y sopa de cebolla con queso, y tu padre con una cuchara, viviendo una vida austera para que tú puedas largarte ala vida en la que no me quisiste. Entonces nos marchamos y hace calor y las calles son empedradas. Hay una serie de fachadas anaranjadas. Es de día. Entramos a una casa que conozco sin haberla visto antes. Me duele algo. Abres una botella de vino. Me gritas algo desde la sala. Vamos a subir. El piso es de barro, cuadros grandes y rojos, laqueados. Estoy descalza. Suena un teléfono. Hay mucha luz y me doy cuenta de que he pasado la noche afuera. Alguien se dará cuenta de que anoche no llegué. Tengo miedo. Quiebro algo. No es una copa, creo que es una jarra. Los pedazos transparentes se estrellan como en cámara lenta, como repitiéndose una y otra vez.