Sep 20, 2004

Cuerpo

Estuve de visita por tu cuerpo. Corrijo: de tour por los escombros del recuerdo de tu cuerpo. No queremos escándalos, ¿verdad? Nadamás visité las ruinas de tu cuerpo en mi memoria. Empecé por los dedos. Esos dedos que fabriqué con palabras pero que existían desde antes y que tristemente, siguen existiendo. Nadamás que cambiaron su lugar para veranear. Con la misma precisión con la que aspiras que tus dedos se comporten en el quirófano recorrí poco a poco esto que queda de tu cuerpo. Siguiente parada, tus otros dedos. Los de los pies. Los volví a lavar como aquella vez muy temprano. Reparé otra vez en el hecho de que tu dedo gordo es más pequeño que su vecino de junto. Dicen que eso significa que uno va a mandar en su casa. ¿Mandas tú en tu casa? Ah, no estás para preguntarte. Me deslizo despacito por tu espalda, voy nombrando otra vez cada una de las estaciones de tus lunares. Las conozco de memoria. Frunzo el ceño como cada vez ante tu cintura que nunca ha tenido lógica ni frontera con la cadera. No importa. Damos la vuelta. El ombligo. Ya se gastaron los gajos, no alcanzo a ver cuántos son. Me da un poco de frío. Me cobijo en tu pecho con cuidado, nadamás mientras tomo aliento para llegar a la parte final de este viaje. Paso rápidamente por el cuello. No quiero estar sola ahí. Tu lengua. Si no fuera porque de ella rodaron tantas mentiras, la recordaría con un temblor distinto. Me despojé de la cámara y la mochila. Subí a pie por tu nariz. Qué difícil. Me llamó la atención encontrar la barba, pero ya estaba al tanto de los trabajos de remodelación. Lo más triste fue llegar a tus ojos y encontrar en su lugar dos agujeros. Me senté entre ellos a llorar: supe que no estabas más. Sólo ese par de abismos en donde antes llegaba a refugiarme. Con ellos se fue lo que me quedaba de tí. Es una pena. Imagino que cada vez será así. Irán desapareciendo labio, oreja y cuello. Poco a poco. Por lo pronto saco el mapa porque ya no sé regresar con los ojos cerrados como antes.
De todo lo que ví, lo único que me llamó la atención de tu cuerpo -del recuerdo de tu cuerpo, no queremos tragedias- es que es demasiado imperfecto para ser depositario de un amor tan grande. The most flawed body that was ever loved. Salvo por el hecho de que yo a ese cuerpo lo amé como si fuera el mío, todo me pareció perfectamente ordinario. Lo amaba porque te contenía. Porque dentro de ese cuerpo vives tú. Y más todavía, porque a través de tu cuerpo, yo tenía acceso (o eso creí) a tí.

A contenerlos a tí y a tu cuerpo en mí.

Ambos, amorosamente, en mí.