Oct 31, 2010

resistencia

Un accidente en un jardín la otra noche. Las rodillas moradas, ambas. De pronto, ¿no es una cosa muy curiosa la memoria?, recuerdo ese día que te conocí. Era de noche. Fuiste a comprar una bolsa de hielos. Tenías otra mujer. Faltaban muchas vueltas inesperadas de la vida para que te arrodillaras otra noche frente a mí y dijeras, eres una diosa. Y pasamos ocho años, viajando entre oreja, muslo, cadera, rodilla. Abriendo y cerrando libros y ventanitas. Abordando aviones y tomando decisiones que todos los días nos hacen estar más lejos y sin embargo, seguir intercambiando palabras. Un empeño medio absurdo de seguir llenando un librero que tal vez nunca exista.

 Tanta palabra prestada.