Jul 14, 2005

ficcionalizar

¿Sabes por qué no has podido escribir eso que andas buscando? No lo sabes. Lautriz escucha mientras prende un cigarro. ¿Te acuerdas cuánto te costó la historia esa de la cuarentona? ¿Te acuerdas qué contenta quedaste al final? Hubo un lector que hasta quiso fumarse un cigarro después de leerlo, y eso que no fumaba. Lo escribiste cuando te distanciaste. Alguien te lo dijo ya una vez en público. Tienes que estar lista emocionalmente. Pero no es eso, no estamos hablando de la emoción aquí, eso es otra cosa. El temblor no está por ninguna parte, has sido muy cuidadosa de borrarlo. Lo que no has entendido es que esa mujer no eres tú. Por eso tanto intento fallido. A la otra mujer la escribiste de un jalón, (o dos, está bien, no me mires así) cuando le diste una edad que no era la tuya. Tomaste distancia y te diste cuenta que esa no era TU historia. Es lo mismo esta vez. Por eso no lo logras. Es preciso que te des cuenta que no eres Lucía. Que estás lejos de ella, por más que te simpaticen sus cosas, sus causas. Tienes que dejar de justificarla. Lautriz se termina el cigarro y empieza a caminar, no sabe a dónde, es la primera vez que sus pies dictan a dónde, no ella. Tal vez no sea la primera vez en su vida, pero sí en mucho tiempo. Entonces, ¿entonces? Déjala que te cuente. Escúchala. Obsérvala. No eres tú, no puedes ser tú. A nadie le interesa lo que te ha pasado a tí. Lo de Lucía sí, y lo de Julia y Manuel. Eso no lo conoces del todo. Por eso te importa, no por lo que crees que adivinas. ¿Entiendes? Lautriz lo entiende, claro, pero no es tan fácil. Hay que hacer las cosas bien o no hacerlas. No, no es cierto. Hay que hacerlas y punto. Siéntate con ellos, con cada uno y entonces déjalos que hablen. Apunta, escríbelo todo, asómate a su interior. Tampoco tienes que saberlo todo, hay cosas que no van a contarte, y está bien. Esos espacios los dejas en blanco y se acabó. Lautriz empieza a tener una idea, una noción.