Jul 21, 2005

cumpleaños

Lautriz tomó los cuadernitos. Los copió en limpio en hojas blancas tamaño carta por los dos lados. Cincuenta y cuatro páginas, single space, numeradas en la esquina superior derecha. En blanco y negro todo se ve muy diferente. Al principio era sólo curiosidad. También por curiosidad contó las palabras. Treintaycuatromil y tantas. Un año. Casi un ciento de palabras al día. Escribirle, decirle. Para no tener que contárselo a sí misma otra vez. Entonces recordó. Un cumpleaños. Fue a la tienda de la esquina bajo el sol. Pidió una fotocopia, compró un sobre. Amorosamente lo envolvió. Suspiró hondo. La posibilidad como un sapo en el fondo del estómago. Un grillo en lugar de corazón. Lo pensó como quien se come un tazón lleno de cerezas una tarde cualquiera de julio. Saboreó la posibilidad. Después llegó el metro, se subió. Un asiento libre, qué dicha. Encontró una pluma. Sacó la primera hoja y mientras miraba al desconocido de los audífonos que se había quedado de pie inventó una dedicatoria. Ninguna palabra salió del bolígrafo. El tren se detuvo y una voz anónima anunció una demora inesperada. El bolígrafo cambió de idea. Empezó a tachar y a corregir. Lo lamento, el bolígrafo manda. Feliz cumpleaños.