Jan 22, 2005

Sin fecha

Lautriz terminó de poner orden (es un decir) en los papeles de su nueva morada. Un cartoncito color uva surgió como de la nada. La persiguió desde otro país, desde otro idioma. Un cartoncito arrugado con el borde delgadito color limón. Una letra despatarrada y azul dice:

"A veces extraño un poco fumar. Cuando tengo que esperar en público, por ejemplo. ¿Por qué? Me da propósito, I guess. Makes me look intèressante, supongo. Quedé con P de ir a oír jazz. Me avisó que ya terminó su clase de yoga. Justamente a mí me está haciendo falta ir al yoga. Necesito otra vez estar en armonía con mi cuerpo. Ponerme en sintonía. Pienso en R, en cómo hace siete, ocho minutos que pasó frente a este lugarcito a media luz donde lo espero vestida de ciudad. Pienso que tal vez no consideré la dificultad del estacionamiento. Pero yo conozco un poco los atajos y encontré un espacio sin dificultad. Pienso que estará de genio, peleándose con los demás autos, furioso con los espacios ocupados y las calles de un solo sentido que lo obligan a dar más vueltas. La música. Brasileña. Bossa nova. Esta canción la hemos compartido ya. ¿Cómo se llama? ¿Dónde? Me parece que en la noche, solos. Sin nuestros disfraces de ciudad respectiva ¿Nuestros disfraces respectivos de ciudad? El concierto empezará en cuarenta minutos. No llega. Ahora soy yo la que está molesta con la hora pico que elegimos. Enojada por hacer que P me lleve a un concierto al que ya no quiero ir. Quiero que llegue él ya y nos tomemos una copa de vino y no tengamos que ir a ninguna otra parte. Que él no tenga que irse con sus amigos ni yo al concierto. Que nos vayamos pronto a otro lugar y yo pueda quitarme los zapatos. Bad choice of shoes. Viene enojado. Acaba de pasar frente a la ventana esta que me separa del mundo. Respiración agitada. Molesto...."

Después, Lautriz mira con sorna una letra negra que completa el cartoncito. Es una letra diferente. De la misma, es posible, pero en otro momento. Lautriz no es grafóloga ni nada por el estilo. Pero se da cuenta. Se da cuenta y se calla. Se calla y transcribe:

"Dijo que lo de la canción era cierto. Pero no me quiso decir de dónde ni de cuándo. Tal vez él tampoco se acordaba. Dijo que lo que importaba era que nos pertenecía. Dijo que ahora cuando la escucháramos la sensación iba a ser la misma. Dijo que tampoco quería ir con sus amigos. Dijo que deberíamos pedir cerveza y queso y aceitunas. Eso hicimos. Dijo que le gustaba mi ropa interior, cuando ya estuvimos en mi auto y yo lo llevé a donde había dejado el suyo. Ese lugar en donde hay arte y por donde ahora cuando ya no está he caminado con algunos alcoholes encima. No importa la hora que sea, ni que ya hayan pasado muchos meses. No importa que el haya dicho que se marchaba con otra. Yo camino, conduzco por esa calle y él está ahí otra vez. La mano en mi cintura, los dedos explorando y dice otra vez que esos le gustan. Entonces exploto y lloro y reclamo. Me vuelvo a quedar perpleja. No entiendo por qué lo hago, pero grito y digo y me ofendo y lo arruino todo. Pasan tres, cuatro, cinco meses y vuelvo a detenerme en la acera y nos miro a ambos y sigo sin entender. Me asomo por la ventanilla del auto y ninguno me hace caso y quiero gritarles y decirles que ya basta. Pero no lo hago. Sólo me queda mirarlos mandar todo al carajo".