Nov 18, 2004

Ego

Hay una parte de tí que todavía siente el llamado. Que todavía quiere venir a mí. Hay algo en tu interior, un tú interno, que quiere mis palabras, que me busca. Maldito sea. Es el único que puedo tener y no lo quiero. Porque comprende lo peor de tu persona. No tiene cuerpo ni rostro. No tiene dedos ni risa franca. Sólo la necesidad de ser indispensable. El deseo de ser importante, el más importante. Y por eso te obliga a retornar a este lugar una y otra vez, porque aquí se sabe único y especial. Porque aunque tú no me amas, aunque tú te fuiste lo más lejos que pudiste de mí, aquí te sabes amado a pesar de todo. Aquí las palabras no saben de tus defectos ni de tu sobrepeso ni de tu impotencia ni de tu indecisión ni de tu cobardía. Aquí sólo ha habido amor para tí. Aunque disfrazado de reproche, aunque vestido de odio. ¿Y no es el odio una manera más fuerte de amor? Ambos sabemos que sí. Ambos comprendemos que necesitas mi sufrimiento y mi enojo para ser feliz. Porque eso vuelve valiosa tu nueva relación. El dolor sobre el que está fundada. No el tuyo, por supuesto, pero el que me correspondió a mí. Eso te vuelve especial ante ella, eso te da un brillo de nostalgia cuando te quedas callado y ella comprende y se asume importante. La que sí fue. Y te ama por eso, porque la elegiste y eso la vuelve hermosa. Yo también tuve esa hermosura, la de estar a tu lado, la de ser a partir de tí, la que sin tí no podía ser. Y todo para darle de comer a ése que ha traído tus ojos hasta este lugar. Porque tu visita no ha pasado desapercibida. Sé que con las palabras todavía te hago venir. Que hay un pequeño hilo de poder que todavía controlo. Una fibra invisible, virtual, que conservo y a la que una y otra vez regresé hasta hoy, con la tonta idea de que si la tengo todavía es porque me quieres. Una certeza de que hay un déficit de palabras en tu persona de tal suerte que requieres de las mías. No te basta que ella te ame. ¿Te ama? Espero que sí, y que pueda ser suficiente. Deseo que ella sepa entregarte las palabras que necesitas, las que siempre estuvieron aquí para tí. A mí hace mucho que no me sirven para tenerte por completo y por eso he de abandonarlas. Porque mi deseo de ser palabra sigue siendo genuino pero ya no puedo escribirme en tí. Porque me estoy quedando corta. Porque las palabras que puedo ser contigo son rechazo e imposibilidad y abandono y recuerdo y pasado y memoria y lágrima y teléfono y cuore ingrato y moretón y vino agrio y despedida sin adiós. Yo ya no quiero ser esas palabras. Sé - eso tú me lo enseñaste- que puedo ser madrugada de estrellas y descanso de cadera y tango y diosa y seniorita ele y piernas firmes y escritora y mamá accidental y cuarentona feliz y amante y cuerpo cansado y ojos contentos y quiero volver a ser todo eso. Así que hoy vengo por última vez ante ese hombre.Ese hombre que no te permite abandonarme. Tu ego. Lo siento mucho por él, pero esto ha terminado.

Lo lamento mucho Rafael.