Nov 10, 2004

Araña

A veces sufro un poco. Como el asesino despiadado que mira con tristeza el cadáver de la víctima deseando que ésta le hablara. No por la culpa, qué va. No por traer de regreso al muerto. Es más bien el deseo incontrolable de que te hubieras defendido un poquito. Porque puedo ponerte palabras en la boca, acomodar excusas creíbles en tus labios, etcétera. Pero la verdad es que miro tus despojos y me enoja que ni siquiera te hayas movido. En el capítulo de la araña, Traveler (u Oliveira) lo hace todo minuciosamente, con cuidado y amor. Como yo con las palabras. Pero él sabe que eventualmente Talita (que ya sabemos que bajo cierta luz es la Maga) habrá de despertar y de mirar lo que le ha sucedido. Yo no. Yo he ido recortado las palabras con amor, he manipulado tu cuerpo dormido y lo he sujetado poco a poco con cada una de ellas. Pero no te despiertas. No vas a abrir los ojos y a mirar lo que he hecho ya sonreír. No vamos al final a romper esta tela de araña de un manotazo y a echarnos sobre las sábanas. Es una pena.