Sep 30, 2004

Choque

Ni tú ni ella se acuerdan ya del incidente. Ni tú ni ella se acuerdan cada mañana del auto chocado y el vidrio estrellado y el tráfico y la gente y el susto. Yo sí. Cada mañana. Sin falta. Entre las siete y las siete quince de lunes a viernes. Yo no iba ese día que chocaste tu auto en sus narices. A veces me pregunto las circunstancias en las que se encontraban ambos. A veces me pregunto si no habría alguien ido persiguiendo a alguien. Si no se habría marchado furibundo alguno y el otro hubiera siguiéndolo. Eso no me importa tanto. Ustedes ya no se acuerdan. Ustedes ya no son un ustedes, para empezar. Es ella, del otro lado del Atlántico, yo creo, y tú allá en el Norte. En fin. Alguna vez recordarán este choque que yo revivo cada mañana. Alguna noche perdida, entre copas, por ejemplo, ella dirá "Recuerdo cuando él chocó su pequeño auto azul..." y suspirará nostálgica. Tú, por tu parte, en una charla en otro idioma con gente que apenas conoces dirás "I was once involved in a terrible car crash..." y rematarás con una de esas frases que hacen reír. Porque necesitas que los demás se rían. Porque sólo tú y yo comprendemos esa necesidad básica de que los otros se rían. Porque entonces pensamos que nos quieren, que les gustamos, que somos inteligentes y witty y charming. Yo te hacía reír. En fin. El caso es que yo me ocupo de sus memorias. Como si las mías no fueran suficientes. Como si antes de largarte me hubieras dicho cuando pasamos una vez por el lugar del choque después de una noche de besos: "Aquí te dejo un recuerdo mío para que lo cuides". Y yo de bruta me convertí en guardiana de un recuerdo que no me incumbe. Porque no es mío, porque yo no participé, porque no me involucra en nada más que en el hecho de que tú me lo diste a guardar. Y así, cada mañana, vuelvo a chocar con ustedes en ese boulevard.